El dominio en cualquier área —ya sean los deportes, las artes o el liderazgo— requiere una habilidad bien entrenada, sustentada en una interioridad madura: un juego externo perfeccionado que surge de un juego interno profundamente desarrollado. Ambos son esenciales. El liderazgo magistral se fundamenta en la competencia consciente.

Siempre estamos jugando dos juegos: uno externo y otro interno. El juego externo del liderazgo consiste en utilizar todos nuestros conocimientos y experiencia, así como nuestra competencia técnica, directiva y de liderazgo, para lograr resultados. Este juego externo, que lo consume todo, es precisamente donde la mayoría de los líderes pasa la mayor parte de su tiempo, ya que las exigencias diarias son intensas y la curva de aprendizaje es pronunciada. Desarrollar una capacidad afinada para pensar y actuar de manera efectiva, hábil y competente en diferentes situaciones es un requisito básico para la efectividad. Ignorar el perfeccionamiento de este juego externo es asumir un riesgo propio.

La mayoría de los esfuerzos para desarrollar el dominio del liderazgo se centran en el juego externo de la competencia, prestando poca atención al juego interno de la conciencia. Sin embargo, lo que existe en nuestra conciencia tiende a manifestarse, lo que significa que el juego interno dirige el juego externo. Hasta que no adoptemos un enfoque más equilibrado, que desarrolle simultáneamente el juego interno y el externo (conciencia y competencia), no lograremos formar líderes con la rapidez y profundidad que se requiere.

¿Qué grado de madurez tiene tu juego interno para el escenario en el que te mueves o al que aspiras? ¿Es lo suficientemente maduro como para manejar el ritmo y la complejidad de liderar tu organización a través de las turbulentas aguas

por las que navegan ahora la mayoría de los gerentes y líderes?

En su libro Playing to Win, Larry Wilson distingue entre dos tipos de juegos. ¿Estás atrapado en un bucle jugar-para-no-perder? En este juego, nos esforzamos por ganar intentando no fracasar. Es esencialmente un juego defensivo, la forma en que actuamos cuando nuestro juego interno opera desde una Mentalidad Reactiva. Cuando vivimos y lideramos desde jugar-para-ganar, jugamos con todo, como si no tuviéramos nada que perder ni que ganar. Jugamos así cuando nuestro juego interno madura hacia lo que llamamos una Mentalidad Creativa.

La competencia es necesaria para ser efectivo en puestos de responsabilidad; sin embargo, la competencia por sí sola no basta. El gran liderazgo trasciende la habilidad, la capacidad y la competencia. Incluye integridad, honestidad, pasión, visión, asunción de riesgos, compasión, valentía, autenticidad, colaboración, conciencia de uno mismo, altruismo, resiliencia, humildad, intuición y sabiduría. Estas son cualidades del juego interno. El gran liderazgo está conectado con lo más profundo de nosotros mismos. Tiene más que ver con el carácter, la valentía y la convicción que con habilidades o competencias específicas. La maestría del liderazgo requiere que trabajemos en estas profundidades y maduremos nuestro juego interno de la conciencia.

 

Ser efectivos en tres áreas

Hoy en día, los líderes deben ser efectivos en tres áreas:

  1. Proceso de liderazgo. Se trata de la ciencia del liderazgo y del ámbito de la gestión. Los líderes son responsables de asignar y usar de manera efectiva los recursos: personas, tiempo y dinero. Para lograrlo, implementan sistemas de gestión que incluyen el ritmo empresarial, la estrategia, la dirección, la ejecución, los procesos, las métricas y la toma de decisiones. Sin un proceso de liderazgo efectivo, la organización no está preparada para alcanzar el éxito.
  2. Competencias de liderazgo Son las habilidades que un líder necesita para tener éxito en su función. Esto constituye el juego externo del liderazgo. Ciertas competencias básicas están estrechamente vinculadas con un liderazgo efectivo y determinan cómo se ejecutan las responsabilidades diarias.
  3. Conciencia de liderazgo. Este es el juego interno, que incluye el sistema operativo interno de un líder: lo que le motiva, cómo se define a sí mismo, lo que considera importante y lo que cree.

En roles de liderazgo de alta presión, a menudo asumimos que el juego externo es lo único que importa; sin embargo, lo que ocurre bajo la superficie es lo que realmente organiza y sostiene la efectividad del juego externo.

El juego interno consiste en nuestro sistema de creación de significado, es decir, cómo damos sentido al mundo; nuestro sistema de toma de decisiones, que determina cómo analizamos, decidimos y actuamos; nuestros valores y creencias fundamentales; nuestro nivel de autoconsciencia e inteligencia emocional; los modelos mentales que usamos para comprender la realidad, pensar, actuar y crear; y las creencias y suposiciones internas que conforman nuestra identidad personal, el sistema que nos permite saber quiénes somos y cómo desenvolvernos en distintas circunstancias. Juntos, estos elementos forman un sistema interno complejo mediante el cual nos relacionamos con el mundo.

Cuanto mejor sea nuestro juego externo y más maduro nuestro juego interno, más eficaces seremos. La maestría en liderazgo surge cuando un juego externo bien afinado se apoya en un juego interno altamente desarrollado.

El enfoque predominante en el desarrollo del liderazgo suele centrarse en el juego externo, basado en competencias: medimos habilidades, damos feedback y creamos planes de acción. Aunque esto es útil, rara vez produce avances significativos, porque ignora el juego interno. Aunque podemos necesitar ayuda para aprender una nueva competencia, a menudo necesitamos aún más apoyo para desarrollar nuestro juego interno. Muchas veces nos estancamos en este nivel, y cuando el juego interno falla, dado que se desarrolla bajo la superficie, suele ser el último lugar donde buscamos mejoras.

Un avance en el juego interno puede generar cambios inmediatos en la efectividad del juego externo, lo que se traduce en grandes mejoras en el rendimiento. Ignorar o subestimar el juego interno nos hace incurrir en enormes costes de oportunidad. La verdadera efectividad de liderazgo, tanto individual como colectivo, surge cuando exploramos y desarrollamos nuestro juego interno.

Una vez más, lo que existe en nuestra conciencia tiende a manifestarse, tanto a nivel individual como colectivo. El mundo exterior se amolda al mundo interior. La conciencia crea la realidad. Todo lo que surge en nuestra organización tiene su origen primero en el pensamiento.

 

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Extraído de Mastering Leadership: An Integrated Framework for Breakthrough Performance and Extraordinary Business Results, de Robert J. Anderson y William A. Adams (Wiley, 2015)

 

Bob Anderson es presidente y director de Desarrollo y Bill Adams es director ejecutivo de Leadership Circle. Ambos son coautores de Mastering Leadership (Wiley). Visite www.fcg-global.com o http://www.leadershipcircle.com.

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