Gracias a nuestro trabajo con más de 26,000 equipos en todo el mundo, hemos identificado cinco factores clave que influyen directamente en la efectividad de un equipo. En esta primera entrega de una serie de cinco artículos sobre el trabajo en equipo, exploramos cómo la mentalidad del equipo contribuye a su rendimiento y éxito.

 

 

En una rueda de prensa reciente, tras el partido, el entrenador principal del equipo de fútbol americano de la Universidad de Colorado, Deion Sanders, no ocultó su molestia por el desempeño de sus jugadores. “Jugaron como basura”, soltó sin rodeos. Lo curioso es que lo dijo después de haber ganado 27-24 a los Arizona State Sun Devils.

Pero Sanders no se quejaba del resultado, sino de cómo se consiguió. Los Buffaloes empezaron el partido a contrapié, cometieron ocho infracciones y permitieron cinco capturas. El marcador final no cuenta toda la historia. La victoria llegó gracias a una jugada clave de su mariscal de campo, Shedeur Sanders (hijo de Deion) y a un gol de campo de 43 yardas convertido a solo 12 segundos del final. Fue un cierre dramático, perfecto para la televisión, pero que dejó al descubierto una preocupación mayor: inicios flojos, errores evitables y una peligrosa tendencia a depender de actos heroicos sobre la hora. Para Sanders, eso no es una receta para construir un equipo sólido ni una cultura de excelencia.

Y eso es justamente lo que Sanders busca: excelencia. No por nada se ganó —y adoptó— el apodo de “Prime Time”, un nombre que refleja tanto su talento y versatilidad como atleta profesional, como su personalidad magnética dentro y fuera del campo. Como esquinero en la NFL, ganó Super Bowls con los San Francisco 49ers y los Dallas Cowboys; y en las Grandes Ligas, jugó como jardinero en equipos que disputaron la Serie Mundial, incluidos los Atlanta Braves. A lo largo de su carrera, Sanders fue sinónimo de espectáculo: le encantaba estar en el centro de la escena, confiaba plenamente en su talento y nunca temía lucirse en los momentos clave.

Ahora, como “Coach Prime”, Sanders ha trasladado esa misma confianza arrolladora y actitud desafiante a Colorado. Cuando tomó las riendas del equipo, los Buffaloes venían de una temporada para el olvido: apenas una victoria y once derrotas en 2022. Desde su primera charla con los jugadores, dejó claro que no venía a seguir con lo mismo, sino a cambiar por completo la mentalidad del equipo. “Ya voy”, repetía una y otra vez, como una declaración de intenciones. “La mediocridad se acabó. Punto”, sentenció.

Los grandes entrenadores, como Sanders, tienen algo en común: una visión clara y una fe absoluta en que pueden dar vuelta cualquier situación. Lo logran moldeando la mentalidad de sus equipos e inspirando esa misma confianza en cada jugador. Eso es lo que también hacen los grandes líderes.

Definir la mentalidad

Ya sea que se trate de un entrenador de fútbol americano universitario, un líder empresarial en ascenso o el director ejecutivo de una organización, es usted quien establece la cultura y el tono del equipo. Es usted quien define qué busca alcanzar el grupo y quien infunde la convicción de que esos objetivos son posibles. Los equipos más eficaces comparten una visión clara de quiénes son y qué propósito los une. La mentalidad del equipo nace de su liderazgo.

En el caso de los Buffaloes, Sanders dejó establecida esa mentalidad desde su primer encuentro con los jugadores: la mediocridad no tendría cabida. Por eso el desempeño frente a Arizona State resultó tan frustrante. No fue una decepción por haber estado cerca de perder, sino por haber jugado como un equipo mediocre.

Cómo usar la mentalidad para impulsar la efectividad del equipo

Los Buffs se encuentran, actualmente, en lo que podría denominarse “el caos del medio”. Comparten la visión de convertirse en un equipo disciplinado, talentoso y bien sincronizado, pero aún no han logrado ejecutar plenamente esa visión. Mientras trabajan para consolidarse, existen tres factores que pueden adoptar para fortalecer su mentalidad colectiva, así como tres riesgos que deben evitar para no comprometer la cohesión del grupo:

Factores que fortalecen la mentalidad

    1. Un solo equipo, un solo objetivo: cuando los integrantes están alineados con la misión y la visión del equipo, se genera una identidad colectiva que impulsa la acción con pasión, enfoque y creatividad.
    2. Confianza en la efectividad del equipo: la creencia compartida en que se pueden alcanzar los objetivos eleva la motivación y el esfuerzo, tanto individual como colectivo.
    3. Visión sistémica: comprender al equipo como parte de un sistema mayor permite alinear metas y procesos con la organización en su conjunto.

Factores que debilitan la mentalidad

    1. Mentalidad de compartimentos estancos: cuando los miembros se enfocan únicamente en su propia tarea, se pierden oportunidades de colaboración y sinergia.
    2. Actitud negativa: el pesimismo y la queja constante desgastan la energía, reducen el entusiasmo y afectan el clima del equipo.
    3. Cultura de la culpa: los errores son inevitables, pero centrarse en “quién” se equivocó en lugar de en “cómo” mejorar limita la capacidad del equipo para aprender y avanzar.

Un equipo de logros

A pesar del desempeño irregular de los Buffs contra Arizona State, el equipo ha avanzado a pasos agigantados respecto a donde estaba hace un año. A mitad de temporada, Colorado presenta un récord ganador (4-2) y está a solo dos victorias de asegurar su clasificación para un bowl. Coach Prime no bromeaba cuando dijo “Ya voy”: el cambio que prometió está en marcha y ya se está consolidando.

En definitiva, la historia de Sanders con los Buffaloes va más allá del fútbol americano universitario; es un relato sobre liderazgo, transformación cultural y el poder de la mentalidad para alcanzar la excelencia. Como todos los grandes entrenadores y líderes, entiende el papel fundamental que juega la mentalidad en la eficacia del equipo. Esa mentalidad puede marcar la diferencia entre formar un equipo con potencial y uno que realmente logra grandes resultados.

Sarah Stall

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